¿Pactamos con los alumnos en las aulas?
"Para que un plan pueda aplicarse, necesita un contrato, un acuerdo, un compromiso firme y claro de las personas que tienen que desarrollarlo."
Es muy posible que, al inicio del proceso, no les hayamos preguntando lo que piensan, qué es lo que más les interesaría saber sobre el tema tratado, qué conocen ya sobre los contenidos que se proponen aprender, es decir, lo que hemos convenido en llamar "conocimientos previos", que son la base necesaria para motivar al que tiene que comenzar a recorrer un camino como el del aprendizaje, que no siempre resulta fácil. ¿Hemos averiguado las dificultades que tienen los alumnos debido a carencias anteriores? Y, consecuentemente, ¿hemos diseñado actividades para paliar las posibles deficiencias de inicio, a través de "prerrequisitos de aprendizaje", "organizadores previos", etcétera? ¿Han participado los alumnos en la definición y selección de los objetivos que se pretenden alcanzar? ¿Les hemos enseñado estrategias para que puedan autoevaluarse durante el proceso, y de este modo participar en la corrección de la programación si fuera necesario? ¿Hemos acordado con ellos los ritmos más adecuados para el desarrollo del plan previsto?...
Hay quien piensa que un contrato debe hacerse entre iguales, y en este sentido la diferencia de posición de nosotros, los docentes, respecto a los alumnos es muy notoria. Sé que muchos docentes me dirían, por ejemplo: "mis alumnos tienen una edad que les impide participar eficazmente en el diseño de este proceso", o bien, "mis alumnos no tienen los conocimientos necesarios para realizar aportaciones relevantes a la programación", o bien… Estoy de acuerdo, todas estas reflexiones tienen su razón, pero también sé que los que aprenden son ellos, los alumnos, y estoy convencido de que si contamos con los que tienen que aprender, de una forma u otra, cada cual al nivel que realmente pueda intervenir y en los aspectos que pueda hacerlo, vamos a conseguir que las programaciones alcancen los objetivos previstos, porque éstos ya no serán los nuestros, sino los de todos, sino que contaremos, además, con el ímpetu y la iniciativa de todo el grupo-clase.
En los años ochenta se desarrollaron en Francia experiencias muy bien sistematizadas acerca de la pedagogía del contrato de aprendizaje con los alumnos. Claude Pair dice: "El esfuerzo para que todos los alumnos logren superar con éxito sus aprendizajes pasa por una serie de clarificaciones, en el marco de un contrato pedagógico, de los objetivos que deben ser compartidos por los profesores, los alumnos y los medios profesionales. Esta acción se acompañará de una evaluación formativa que otorgue al alumno o a la alumna la capacidad para sentirse responsable de su formación, y de una pedagogía diferenciada en la que se tenga en cuanta la ayuda a los alumnos con dificultades". Y añade: "un contrato es un instrumento para que un proyecto sea realizado por personas responsables y motivadas."
Recuerdo las experiencias de contratos que he realizado con mis alumnos, cuando ellos firmaban los compromisos adoptados. Recuerdo cómo les llamaba la atención que ellos pudieran determinar en cierta medida el alcance de lo que íbamos a estudiar. Mi experiencia como docente me ha indicado que este es el camino. Que no se pierde el tiempo por enseñar a los alumnos a participar y a exponer sus opiniones. Porque no se pierde el tiempo haciéndolos responsables de su propio proceso de aprendizaje. Porque, de este modo, seguramente aumentaremos su respeto hacia nosotros y les ayudaremos a ganarse su propio respeto por ellos mismos.
Guy Claxton, nos recordaba que:
"se pueda llevar a un caballo a la fuente del conocimiento,
pero no se le puede obligar a beber".
Extraído de "Un lugar para soñar" de Tomás Sanchez Iniesta.
Agosto 2004
